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lunes, septiembre 29, 2008

Migrañas y depresión

De acuerdo con un reciente estudio, las mujeres que padecen dolores de cabeza crónicos, especialmente migrañas, tienen cuatro veces mayor riesgo de padecer depresión mayor que las que sólo reportan dolores de cabeza episódicos. Las mujeres con dolores de cabeza crónicos indican sentirse también cansadas y sufrir con frecuencia enfermedades físicas graves.

El estudio realizado a más de mil mujeres en cinco estados con diagnóstico clínico de dolores de cabeza se encuentra en la revista científica de la Academia Americana de Neurología de enero de 2007. De ellas, 593 con dolores de cabeza episódicos (menos de 15 episodios por mes) y 439 con dolores de cabeza crónicos (más de 15 episodios por mes). El 19% de las mujeres fueron diagnosticadas de padecer migrañas.

Demostró que las mujeres con episodios crónicos tenían cuatro veces más riesgo de caer en síntomas de depresión mayor. Las personas que sufrían dolores de cabeza crónicos tuvieron también un alto grado de síntomas relacionados con éstos como: baja energía, problemas con el sueño, nauseas, mareos, dolor o problemas estomacales, de espalda, brazos, piernas y articulaciones.

Entre los pacientes diagnosticados de migrañas graves, el estudio encontró mayores probabilidades de depresión viéndose incrementadas si el paciente reportaba también otros síntomas graves.

“Los síntomas físicos dolorosos pueden provocar o ser una manifestación de depresión mayor en mujeres que padecen dolores de cabeza crónicos y la depresión puede aumentar la percepción de ese dolor”, dice el autor del estudio Gretchen Tietjen, de la Universidad de Toledo-Campus de Ciencias de la Salud y miembro de la Academia Americana de Neurología.

“Esa relación entre migraña y depresión mayor sugiere una neurobiología común”. Tietjen dice que los estudios se dirigen a probar que el dolor de cabeza agudo, síntomas físicos severos y depresión mayor pueden relacionarse a través de la disfunción de la serotonina en el sistema nervioso central.

“Aparte de las causas que originan la relación entre migraña y depresión, las enfermedades psiquiátricas como la depresión complica el control del dolor de cabeza y puede dificultar las resoluciones del mismo”, comenta Tietjen.

Por: Dr. Rick Nauert
American Academy of Neurology

lunes, septiembre 15, 2008

¿Cómo eliminar la desesperación en un proceso depresivo?

Una de las mejores formas para manejar una depresión es separar sus diferentes capas. En mi experiencia como psicólogo clínico he podido constatar que los problemas que contribuyen a la falta de ilusión, parálisis y a la desesperanza son a menudo claramente separables.
Para la mayoría de las personas la capa superior es la depresión de estar deprimido, desesperado y desesperanzado. Consiste en una respuesta emocional y de comportamiento a los síntomas de la depresión.
Se apoya en los pensamientos negativos que la persona tiene de sí mismo: Nadie me quiere como yo necesito”, “Si estoy deprimido, no soy un hombre real”, “No soy una mujer atractiva si estoy deprimida”.
Algunas personas asumen que las experiencias negativas que están percibiendo—adversidades, rechazos o dificultades—originan directamente su depresión. Ello les impide tomar conciencia de sus problemas; se sienten desconcertados y desmoralizados. Es más fácil distinguir la capa superficial que los sentimientos que se ocultan debajo de ésta.
He visto que cuando las personas se sienten menos deprimidas por el hecho de estarlo, a menudo, ese primer nivel de depresión es menor.
• Para empezar a dar solución al trastorno, debe primero sintonizar con sus sentimientos: estar deprimido, sea cual sea el significado que tenga para usted, puede ser sentirse aletargado, pasivo, herido, autocompasivo; luego, preguntarse acerca de qué: “Me siento rechazado” o “estoy pasando un mal momento de mi vida”. Es un problema práctico al que debe ajustarse lo más posible: “han rechazado mi informe”, “he sido rechazado por 25 personas en un programa contactos on-line”, etc.
Cuando asume que no puede seguir adelante porque está totalmente abatido, es una pista de que le deprime el hecho de estar deprimido. Es posible que se sienta avergonzado de estar deprimido, trastornado y ansioso.
Sentirse deprimido, por estarlo, crea un círculo de desesperanza, pasividad, aislamiento y evitación de ida y vuelta por el que todavía se deprime todavía más. Al separar las capas de la depresión se cortan los vínculos de ese círculo.
La capa más primaria de desesperación es emocional pero estas emociones tienen consecuencias de comportamiento. Llevan a la evitación, pasividad, quizá a la agresión y sugiere que la depresión evolucionó de una razón que hace que la persona se retraiga. Una situación más favorable, impulsa a ver la entorno problemático de forma diferente.
Lo mejor es deshacerse de la depresión de estar deprimido. Permite actuar sobre el problema primario.
• Una vez separado el problema emocional del problema práctico primario, se pueden identificar las creencias que tiene sobre usted mismo. “Debo ser amado”, “deben reconocer lo que hago bien”. Son filosofías emotivas clásicas racionales o estilos mentales que fomentan la depresión.
• Existen creencias sobre el mundo: “El mundo debería reconocer mi mérito”, o “Necesito una garantía de éxito, de otro modo es muy duro vivir con mis sueños y esperanzas”. La creencia de que las cosas deben suceder como se quiere puede llevar a muy destructivas consecuencias: “El mundo debe verme de una manera justa y favorable, si no el mundo es tremendamente destructivo”.
• Debido a que la depresión a menudo tiene valores adaptativos, puede ser útil identificar creencias para preguntarse si el estar depresivo tiene un saldo positivo para usted.
Cuando estamos deprimidos nuestro ánimo se encuentra reducido. También de forma inconsciente buscamos desesperadamente afecto y atención por parte de aquellos que debería darnos amor. La depresión puede permitirnos discernir quien nos ama; es muy duro fingir afecto por alguien que está deprimido; los deprimidos son irritables y negativos. El saldo pueden ser indicios de las creencias que sostenemos.
• El siguiente paso es cuestionarse esas creencias. “¿Cuáles son los efectos funcionales de mis creencias de que estoy en lo cierto”?, “¿por qué deben amarme?”, “¿por qué debo tener éxito?”, “¿por qué me lo merezco?” Es necesario romper esas creencias absolutas.
Puede entonces ver el problema práctico: adversidad, frustración, dolor de cervicales...
• Es útil encontrar humor en las creencias que sostiene sobre usted mismo. Ese proporciona una forma de ver las cosas de forma diferente. Recoloca nuestras creencias.
Si un paciente dice: “no puedo soportar equivocarme ni tampoco que me desaprueben”, podemos aplicar cierta ironía sobre los “horrores” que nunca suceden cuando pasa alguna de esas cosas. Podemos hacer verle al paciente que el rechazo no implica que una persona está hablando por toda la humanidad; sólo que existe una falta de ajuste en ese caso.
• Después de examinar la creencia de frustración que le tiene deprimido, todavía queda un sentimiento de infortunio y enojo sobre el problema práctico. Ese es el punto en el que deben asentarse las habilidades necesarias para hacerse con el problema primario. Cuanto menos malhumorado y deprimido más capaz será de aprender estas habilidades.
A menudo se trata de habilidades interpersonales. Una forma de hacerlo sobre la vida y la vida social es probar y equivocarse. La depresión, sin embargo, subvierte pruebas y equivocaciones y por ende la adquisición de habilidades prácticas. Por tanto el pago es acarrear con el regreso de la depresión al sentirse mal porque detiene el aprendizaje de lo que puede trabajar en su favor.
Aprender habilidades de vida no sólo le hace menos depresivo, sino que evita el estarlo. Le hace más seguro, más capaz de alcanzar y producir éxito.
La biología de una depresión atípica no ha sido delineada, debido a que las pruebas fisiológicas aparecen normales en la mayoría de los pacientes. Aunque los patrones de respuesta a las imágenes mixtas sugieren que las partes del cerebro que interpretan las emociones no están trabajando como podría ser habitual.
Por: Nando Pelusi
Psychology Today Magazine