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domingo, diciembre 10, 2006

Bebés que vienen con Prozac debajo del brazo

No es el «bajón» típico que sufren casi todas las que acaban de ser madres, la depresión posparto en la que se sume el 15% de las españolas, por ejemplo, es una enfermedad grave e infradiagnosticada. Un «test» sencillo seis semanas después del nacimiento ayudaría a su detección precoz. El reconocimiento científico de la existencia de la depresión posparto y sus graves consecuencias ya está llegando. Los especialistas catalogan la patología como un problema de salud pública y defienden que se realicen pruebas a todas las que acaban de tener hijos para detectar su existencia cuanto antes
«La pobre está con la depre». Pues no. Ni se trata de que esté agotada porque el recién nacido no la deja dormir, ni de que esté preocupada excesivamente por recuperar cuanto antes su figura. Tampoco son miedos propios de ser primeriza o los cambios de humor que provocan las hormonas. La depresión posparto es una enfermedad en toda regla que sume en la pérdida de esperanza, en la ansiedad, en la culpa, en los pensamientos obsesivos, en el autoaborrecimiento y en la inseguridad a cerca de 15% de las mujeres que acaban de tener un hijo. Esta enfermedad, que les roba la posibilidad de cuidar a su bebé algo que repercute negativamente en él y en toda la familia, está infradiagnosticada. Sin embargo, dado que en esta época las visitas al médico y al pediatra son frecuentes, instaurar de forma sistemática un 'test' sencillo en la sexta semana tras el alumbramiento ayudaría a su detección precoz.
Me di cuenta ya en la clínica de que algo no iba bien. Empecé a obsesionarme con que el niño no comía, pensaba que no estaba correctamente alimentado. Cuando llegué a casa todo se fue agravando más y más. Tenía una ansiedad horrible. Hasta que no pude hacer nada. Le dije a mi marido que no podía ocuparme de mi hijo».
Hace 13 años que esta madre primeriza residente en Madrid, a la que llamaremos Carmen porque prefiere conservar el anonimato, fue diagnosticada de depresión posparto, una enfermedad real, grave, que en buena parte de los casos se sufre en silencio porque da vergüenza reconocer que se está mal cuando un hijo acaba de nacer. Se inicia generalmente en las primeras seis semanas tras el parto y puede durar entre tres y 14 meses.
«Cuando yo enfermé, casi nadie creía que la depresión posparto existiera. Sí se sabía que había una tristeza en los días posteriores al alumbramiento que podía durar un poco más. Ahora es distinto. Por eso, a mi familia le costó un poco reconocer lo que me estaba pasando», comenta Carmen.
La melancolía a la que se refiere esta ex paciente afecta de forma transitoria a entre el 50% y el 80% de las que acaban de tener un bebé y se conoce como 'Baby blues' o Síndrome del tercer día. No es lo mismo, y no debe confundirse con la depresión posparto, una patología abandonada por la ciencia de la que se desconocía, hasta hace poco tiempo, su incidencia real y sus repercusiones en la madre, en su hijo y en el resto de la familia. Sin embargo, algo está cambiando. Los medios de comunicación estadounidenses se han hecho eco de un trabajo danés publicado en el último número del 'Journal of the American Medical Association' ('JAMA') en el que se afirma que las madres primerizas, en comparación con las que ya han tenido más bebés, tienen más posibilidades de sufrir una enfermedad psiquiátrica entre las cuatro y las 6 semanas después del alumbramiento o pasado más tiempo. El trabajo, de los pocos sobre patologías mentales posparto que incluye a hombres, se realizó entre 1973 y 2005 con 630.000 mujeres y 547.000 varones que se estrenaban en la paternidad.
Los datos constatan que 1.171 madres tuvieron que ingresar en un psiquiátrico en los 12 primeros meses tras venir su hijo al mundo y otras 1.369 necesitaron, también, recibir ayuda terapéutica, aunque de forma ambulatoria. Pese a que la llegada del primer hijo también expone al varón a factores estresantes, como la privación de sueño o los cambios de vida, los propios autores de la investigación, de la Universidad de Aarhus (Dinamarca), aclaran que su riesgo de desarrollar un trastorno mental en esta época no aumenta. Por ello, tal vez, los investigadores creen: «El trabajo indica que las causas de la enfermedades mentales tras el parto están más fuertemente asociadas al proceso fisiológico del embarazo y del alumbramiento que a los aspectos psicosociales de la maternidad».
SALUD PÚBLICA
La trascendencia de los resultados recién publicados queda reflejada en la opinión que acompaña al trabajo, recogida en la misma revista científica, y que firma Katherine Wisner y parte de su equipo, de la Universidad de Pittsburgh (EEUU). En ella se cataloga la depresión posparto de auténtico problema de salud pública. «Una de cada siete mujeres primerizas la experimenta, lo que perjudica su papel como madre y aumenta el riesgo de dañar el desarrollo mental y psicomotor de su hijo, además de provocar problemas de comportamiento y baja autoestima en el menor». De hecho, se han detectado alteraciones afectivas al año de vida y neurocognitivas a los tres en hijos de madres deprimidas tras el parto. La causa reside en que la enfermedad provoca una crianza del bebé con carencias afectivas y menos cuidados. Todos son, por tanto, motivos suficientes como para defender la implantación de chequeos sistemáticos que detecten cuanto antes el problema para poder ayudar a las que padecen la enfermedad. «Se deberían realizar en las dos semanas posteriores al parto y no más tarde de los tres meses con el fin de poder identificar a las madres con depresión severa o con otras patologías», recomiendan los científicos estadounidenses.
La concienciación sobre la trascendencia de este problema traspasa fronteras. José María Sierra Manzano y su equipo, de la Unidad Docente de Medicina de Familia y Comunitaria de Soria (España), realizaron ya en 2002 un trabajo, cuyos datos recoge la revista 'Atención Primaria', que determina que el 15, 7% de las mujeres que dan a luz en su provincia caen en la depresión posparto. Resultados similares han sido hallados un año después por investigadores del Hospital Clínico de Barcelona. Así, y tal y como publican en 'Medicina Clínica' la incidencia de la enfermedad es del 10%.
Esta diferencia en los porcentajes la explica María Jesús Cerecedo, coordinadorea del Grupo de salud mental de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC). «Se estima que puede afectar a entre un 10% y un 20% de las parturientas. No obstante, se trata de una patología infradiagnosticada, muchos casos se siguen desconociendo», aclara esta especialista. Ésta es la razón por la que cada vez hay más voces reclamando un chequeo sistemático para las mujeres que acaban de ser madres.
DETECCIÓN
«El equipo de Atención Primaria (médico, pediatra, matrona y enfermera) es una pieza fundamental para la detección precoz dado que en este periodo tan delicado de la vida familiar son frecuentes las visitas de las mujeres al centro de salud para los controles posparto, tanto de ella como de bebé. Una herramienta eficaz y de fácil ejecución como la Escala de Depresión Posparto de Edimburgo (EPDS), una prueba utilizada internacionalmente o el 'test' de depresión posparto de Beck, deben plantearse sistemáticamente a todas ellas en la semana sexta del posparto». Y esto es, precisamente, lo que se está haciendo ya en Soria. «Países como Escocia o Austria tienen planteados este tipo de exámenes periódicos. En el Centro de salud Soria Norte llevamos 18 meses realizando la prueba EPDS, que consta de diez preguntas sencillas a todas las parturientas en la sexta y octava semana tras el nacimiento. Ya lo han cumplimentado más de 200 mujeres. Lo que intentamos es demostrar si este tipo de chequeo es eficaz o no. No obstante, el 'test', por sí solo, no diagnostica la enfermedad, enseña los límites para considerar que la mujer está en riesgo de padecerla, pero el dictamen debe confirmarse con la entrevista clínica», apostilla el doctor Sierra Manzano. Este experto recuerda: «En nuestro centro, las matronas suelen preguntar a las recién dadas a luz, que acuden a revisión, cómo se encuentran, pero uno de los mejores momentos para poder hacer un seguimiento es en el pediatra, porque todas acuden a él por las visitas que son necesarias para el bebé. Las madres afectadas no piden ayuda cuando se sienten deprimidas por eso hay que ir a buscarlas. La razón está en que se sienten culpables, porque es un momento vital que supone un motivo de felicidad para toda la familia, menos en su caso. Ellas están angustiadas, tristes, ansiosas e incapacitadas».
El relato de otra madre que pasó por la enfermedad E.C. ilustra cómo llega a sentirse una madre deprimida. «Yo tengo dos hijos, y esto me sucedió con el segundo. Los dos han sido deseados y los embarazos normales pero en esta segunda ocasión no sé qué me paso. Caí en picado, no podía dormir. Menos mal que tenía a mi familia para ayudarme, sino no sé que hubiera sido de mi y de mi hijo. Finalmente, mi médico me envió al psicólogo y me pusieron en tratamiento. Así pude recuperarme y volver a ser la que era antes de mi segundo parto», explica esta gallega de 46 años que, al igual que Carmen, tuvo que recibir tratamiento farmacológico y psicoterapia para superar la depresión. No hay una razón única y conocida que desencadene la enfermedad justo después de nacer un hijo, pero sí existen factores asociados a su aparición. Entre ellos, haberla sufrido con anterioridad. «Las mujeres que ya han pasado por una depresión o tienen antecedentes familiares de la patología deben seguir una vigilancia más estrecha durante el embarazo y tras el parto para poder detectar su posible reaparición», explica María Jesús Cerecedo. Además, y tal y como apuntan los psiquiatras Romero Hidalgo y Carrillo Gómez, del Centro de salud Mental, del distrito Latina (Madrid): «Los factores estresantes, como la vivencia de una gestación difícil y la presencia de complicaciones obstétricas son situaciones que en mayor o menor grado siempre están presentes en los antecedentes clínicos de una historia con depresión posparto». Pero hay más. Machado Ramírez y su equipo, del Hospital General y Unidad docente de Medicina Familiar y Comunitaria de Albacete, también en España, establecen en un trabajo que ha visto la luz en 'Atención Primaria' que la existencia de la patología se relacionó tanto con la carencia de baja maternal y nivel socioeconómico más bajo.
FACTORES DE RIESGO
«El mayor apoyo psicoafectivo percibido por la mujer influye positivamente en su estado físico y psíquico. Nuestro estudio demuestra también la asociación de depresión pos parto con bajo apoyo emocional y escasa ayuda en la realización de las tareas domésticas», apuntan los autores en sus conclusiones. Otros factores establecidos son los que se apuntan en el estudio realizado por los médicos de Soria. «La edad, madres que son más jóvenes, el escaso apoyo familiar y social, estar en paro o tener un bajo nivel de ingresos pueden predisponer a la madre a sufrir depresión pos parto», establece Sierra Manzano. Pero también hay factores físicos que deben ser valorados ya que pueden influenciar o mimetizar los síntomas psiquiátricos. Un ejemplo es la aparición de patología de la glándula tiroides. «Tanto el hipotiroidismo como el hipertiroidismo que a veces se desarrollan tras un parto debido a los cambios hormonales que sufre la madre causan alteraciones en el estado de ánimo que pueden confundirse con la depresión. También hay que establecer si la madre padece o no anemia, dado que causa, fatiga, entre otros efectos», aclara el doctor de Soria.
La esperanza para las madres que están deprimidas tras el nacimiento de su hijo es que los tratamientos actuales son efectivos, sobre todo cuanto más precozmente se administren. Muchas sólo necesitarán acudir a sesiones de psicoterapia y otras, en cambio, tendrán que apoyarse en la farmacología. El otro pilar fundamental para que ellas puedan salvar este profundo bache está en la ayuda psicosocial que pueden aportar tanto determinados profesionales sanitarios (matronas y enfermeras), como amigos y familiares. Y, la mejor mano: las palabras de una mujer que ya ha pasado por este trance: «Lo que yo quiero decirle a todas es que se sale. Al final pasa, eso es lo que deben escuchar las que estén ahora enfermas. Al igual que no todas las embarazadas van a deprimirse, yo afirmo que se supera y se recupera la fuerza mental de antes», anima Carmen.
UNA HERRAMIENTA ÚTIL
Estas 10 preguntas sencillas son una herramienta útil para sospechar si existen síntomas depresivos en las madres. Un resultado positivo indica riesgo de enfermedad y justifica una entrevista clínica.
-He sido capaz de reírme y de ver el lado divertido de las cosas.
-He mirado asuntos con ilusión.
-Me he culpado innecesariamente cuando las cosas han salido mal.
-Me he sentido nerviosa o preocupada sin tener porqué.
-He sentido miedo o he estado asustada sin causa.
-Las cosas me han agobiado.
-Me he sentido tan infeliz que he tenido dificultades para dormir
-Me he sentido triste o desgraciada y las circunstancias me han agobiado.
-Me he sentido tan infeliz que he estado llorando.
-He tenido pensamientos de hacerme daño.
Ventajas de apoyar a los trabajadores
La depresión es una de las enfermedades que más impacto familiar, social y económico tienen. De hecho, al sufrimiento de los que la padecen y de los que les rodean, hay que añadir la cuantía anual económica que se deja de percibir por bajas laborales. Así, sólo en EEUU, las pérdidas anuales en productividad por la enfermedad ascienden a 10.000 millones de dólares, una cifra similar en euros. Ahora, el último número de la revista 'Archives of General Psychiatry se hace eco de un trabajo que demuestra que ofrecer chequeos adicionales a los ya existentes para detectar precozmente la depresión como ofrecer más programas de apoyo es efectivo en términos económicos. Para alcanzar esta conclusión, investigadores de la Universidad de Harvard, del Hospital de Mujeres de Brigham, en Boston, y del Instituto Nacional de Salud Mental (todos en EEUU) han desarrollado un programa informático que permite comprobar esta hipótesis mediante la introducción de trabajadores hipotéticos de 40 años de media que eran divididos en seis grupos distintos y a los que se les entrevistaba por teléfono: nunca habían estado enfermos, sí lo estaban pero no recibían tratamiento, los que sí seguían la terapia, los recuperados que continuaban en tratamiento, los que habían superado la enfermedad o los que finalmente habían muerto. Los propios investigadores insisten en que su trabajo demuestra que ofrecer un programa de chequeo de diagnóstico precoz en las empresas a través de encuestas telefónicas es eficaz y económicamente rentable. Esta patología mental se está convirtiendo en el lastre de las sociedades desarrolladas. Por este motivo, tanto su detección precoz, como la instauración de un tratamiento lo más rápidamente posible es uno de los objetivos de la comunidad científica.

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