Para muchos de nosotros, la hora de ir a la cama puede representar un verdadero tormento al enfrentarnos a nuestro peor enemigo y cuanto más nos esforzamos en obtener la calma necesaria para conseguir conciliar el sueño, más se acrecienta nuestra ansiedad dando paso así al ¡tan temido insomnio!
En el año 2001, el 38% de los adultos americanos reconocieron que dormían menos de lo que lo hacían cinco años antes. Dijeron que dormían un promedio de siete horas por noche y alrededor del 60% aseguraron que tenían problemas en conciliar el sueño algunas noches durante la semana.
El mayor culpable de esa falta de sueño es en gran parte el trabajo. Para disminuir la presión cada vez más creciente de la requerida productividad, dormimos menos y pasamos menos tiempo intentando cumplir con nuestros deberes sociales e incluso dedicándole menos tiempo al tan necesario ocio. El estrés resultante puede incluso robarnos más horas de sueño.
En algún grado, estamos sacrificando horas de sueño, con la consiguiente ansiedad que ello comporta, para obligarnos a acometer otras demandas que se comen nuestro tiempo, sin darnos cuenta de que pagamos un alto precio por tal privilegio. La necesidad de dormir, unido en parte a los ritmos más ancestrales del planeta, está profundamente arraigada en nuestro cerebro. Cuando interrumpimos el ritmo natural del día y de la noche por cualquier razón –incluso por diversión—nos arriesgamos a sufrir una serie de problemas.
Lo que hacemos durante la noche afecta a lo que hacemos durante el día—habilidad para aprender, memoria, salud y seguridad—afectando en gran manera a nuestro carácter hasta tal punto que una interrupción crónica del sueño parece ser uno de los puntos importantes causantes de la depresión.
Todos tenemos problemas en conciliar el sueño en algún momento, o incluso de forma más o menos recurrente. Forma parte de nuestra condición humana sujeta al estrés y a la preocupación, pero es lo que hacemos en respuesta a ello, indican los expertos, lo que determinará si en adelante desarrollaremos un insomnio crónico.
Es pues lógico dejar sentado que lo mejor que podemos hacer para solucionar nuestros problemas de sueño es quizá, no preocuparnos en exceso en conseguir conciliar el sueño y rebajar la ansiedad que esa tares nos pueda producir distrayendo
nuestra mente en algo totalmente distinto.
Por: Hara Estroff Marano
La depresión es uno de los trastornos afectivos más extendidos. Las personas que la padecen suelen experimentar un estado de abatimiento e infelicidad recurrente. Este trastorno requiere de tratamiento psicoterapéutico, así como del apoyo de amigos, familiares y otros agentes sociales.
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lunes, marzo 17, 2008
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